El origen de los titanes tecnológicos: una mirada a los primeros emprendedores

¿Eres fan de esos increíbles relatos de billionaires tecnológicos que se hacen a sí mismos desde cero, al estilo de Bezos, Jobs y Musk? Resulta que esto no es realmente del todo cierto. Según Brian Merchant, reportero de tecnología para el LA Times y autor de uno de los mejores libros de este año, «Blood in the Machine: The Origins of the Rebellion Against Big Tech», muchos de estos magnates han estado siguiendo la misma estrategia desde el siglo XVIII.

Para ilustrar esto, Merchant recuerda la figura de Richard Arkwright, a quien se le atribuye el desarrollo de una tecnología para transformar el algodón en hilo a gran escala. Al igual que los titanes tecnológicos de hoy, Arkwright también comenzó como emprendedor, y se convirtió básicamente en el primer mega empresa de su época, a pesar de explotar laboralmente a niños.

Empresarios del pasado y del presente.

Los primeros gigantes de la tecnología no estaban construyendo redes de información global o cohetes espaciales comerciales. Más bien, estaban fabricando hilo y tela a gran escala. Similar a los titanes modernos, comenzaron como emprendedores innovadores que buscaban crear nuevas oportunidades de negocio.

Arkwright, por ejemplo, utilizó el dinero que ganó de la venta de pelucas y la dote de su segundo matrimonio para invertir en maquinaria de hilado mejorada. Su gran innovación no fue tanto la maquinaria, sino la creación e implementación exitosa del sistema de trabajo de fábrica moderno. Creó grandes fortunas a través de la explotación laboral intensiva, en particular de los niños.

Paralelismos con los magnates de hoy.

Los aspectos del carácter de Arkwright resultan familiares si los comparamos con ciertos magnates tecnológicos actuales. Su arrogancia resuena con la de los ejecutivos tecnológicos modernos que ven la virtud en la voluntad de ignorar las regulaciones y llevar sus fuerzas de trabajo a extremos. Al igual que Steve Jobs, Arkwright observó las tecnologías de su época, reconoció lo que funcionaba y podría ser rentable, tomó las ideas y las puso en acción con una agresividad inigualable.

En términos de estrategia laboral, mucho del ADN de Arkwright puede verse en empresas como Amazon hoy. Amazon se esfuerza en automatizar tanto sus operaciones como sea económicamente viable, e introduce programas de productividad laboral altamente vigilados, similares a los que Arkwright implementó en su tiempo.

Hambruna o heroísmo?

Aún así, la cultura popular todavía tiende a idealizar a los emprendedores como Arkwright, y la cruda realidad del pasado industrial puede sentirse desconectada de las admiradas figuras de los gigantes de Silicon Valley. Sin embargo, Merchant hace un buen trabajo al recordarnos que el pasado industrial estaba lleno de importantes problemas sociales y de trabajo, y que la resistencia a tal explotación ha sido una constante durante siglos.

En definitiva, hay muchos paralelismos entre los emprendedores de hoy y los de antaño. Ya sean las suscripciones de James Watt a su motor de vapor en plena Revolución Industrial, o las actitudes disruptivas y monopolistas de William Horsfall y William Cartwright; todos ellos parecen reflejarse en la actitud audaz y desafiante de titanes tecnológicos modernos como Bill Gates, Travis Kalanick o Elon Musk.

Por eso, Merchant nos recuerda que mirar hacia atrás y ver nuestras raíces industriales puede ser valioso para comprender y apreciar dónde nos encontramos hoy en el mundo de la tecnología.

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